Columna de opinión de Juan Pablo Espinoza, director ejecutivo de Territorios Colectivos
Quizás muchos pueden pensar que lo único rescatable del proceso de la convención constitucional, es el documento final del que hoy fuimos testigos en una ceremonia sin precedentes, otros consideran que si el proceso de la convención hubiese sido durante todo este año como fue la ceremonia de entrega, quizás hoy tendríamos un documento “distinto”.
Puede ser que este sea el punto, descifrar lo llamado “distinto”, y es que no es fácil comprender que hoy nuevas actorias pasan al espacio de toma de decisiones, y que los mismos grupos de siempre ya no decidirán por todos. Por lo tanto, la respuesta es muy clara, efectivamente hoy todo es distinto. Una convención paritaria que se aprueba con un 78,31% de los votos, cupos reservados para aquellos grupos históricamente excluidos y por sobre todo que, por primera vez en la historia del país, es la ciudadanía, el pueblo, quien toma la decisión respecto a sus representantes en el desafío de construir las bases un nuevo país.
Se cometieron errores en el proceso constituyente, los cuales resultan difíciles de obviar, sin embargo, la magnitud de estos, no logra empañarlo, ya que, al observar, de manera panorámica todo el trabajo realizado por la convención, es posible evidenciar que esta se ajusta a los parámetros democráticos internacionales, propios de este tipo de órganos redactores, lo cual resulta fundamental destacar, debido a que, un país en donde conviven tantas miradas diversas, tantas posiciones y tantos temas de interés, no tiene otro camino razonable para generar transformaciones que una vía democrática, expresada en un órgano que ejerza el poder constituyente. No entender esta situación, es simplemente no querer ver la realidad del país en el que vivimos, y que es imposible que haya sido de otra manera, incluyendo todo lo que nos pareció disruptivo de lo que estamos generalmente acostumbrados.
Salir de una “crisis” sin duda que no es fácil, pero si algo indica que hemos dado un paso importante en dicha dirección, es el surgimiento de lo que hoy nace, dejando atrás esa tensión entre aquello que queremos que cambie, pero no cambia; y es que precisamente se trata de obtener un resultado concreto, reflejado hoy, en una propuesta aprobada en su totalidad por 2/3 de los convencionales constituyentes, legitimando así, los acuerdos alcanzados.
Hoy desde “lo distinto”, nos toca trabajar por no perder la costumbre de ser partícipes y protagonistas, del constante repensar de los estándares y sistemas democráticos que queremos para nuestro país; acostumbrándonos a que en este nuevo escenario, somos todas y todos parte de los desafíos que tenemos que enfrentar cómo pueblos, no obstante, esta tarea no será fácil, ya que nunca hemos tenido la oportunidad de encabezar un proceso de dichas características, pero sabemos que de ahora en adelante solo dependerá de nosotros y nunca más de solo unos pocos.
En conclusión, no podemos dejar que los ojos de Chile vuelvan a dormirse; no podemos permitir que los fantasmas de unos pocos nublen el alma de cambio de toda una sociedad, que por décadas ha pedido y exigido en las calles algo muy sencillo, pero que parecía imposible de alcanzar, como es el tener una vida digna para todas y todos. Es por esto que resulta esencial la participación, pues será lo único que realmente valide todo este camino, y es que en el plebiscito del próximo cuatro de septiembre será donde podremos decir con más fuerza que nunca ¡Chile despertó!, sin volver a dormirnos.
Aprobamos un Chile de y para Todes